Aristóteles: ocio y felicidad

También creemos que el placer debe estar mezclado adicionalmente a la felicidad, y que esta reside en el ocio: en efecto, nos privamos del ocio para tenerlo, igual que hacemos la guerra para tener paz. Ahora bien, de las virtudes prácticas la actividad se da en la política o en la guerra.

Aristóteles: ocio y felicidad
Contexto Condensado

Cerremos la mini-serie sobre ocio y el cultivo de uno mismo relacionando esto con la felicidad. En la Antigua Grecia, el cultivo de sí mismo, del intelecto, era el amor por la sabiduría, o sea, filosofía (φιλο = “amor por” + σοφία = “sabiduría”). Se buscaba ocio para usar en esto porque era la más alta actividad, y la más relacionada a la plenitud, que era cómo entendían los griegos la felicidad. Buscar la felicidad en la contemplación, en la vita contemplativa, era de lo más virtuoso. La palabra que usaban era εὐδαιμονία, eudaimonía, donde eu = “bueno” y daimōn = “espíritu”; felicidad era bondad de espíritu, vida buena, una sensación general de bienestar. Nada que ver con los picos de euforia que ahora, a veces, confundimos con estar feliz. Para Aristóteles, la eudaimonía era el mayor bienestar posible.

Schopenhauer menciona que en el capítulo 7 de su libro Ética Eudemia—que lleva ese nombre no por eudaimonía sino por su discípulo Eudemo—, Aristóteles dice: “la felicidad es de quienes se bastan a sí mismos”. La palabra que usa el griego es αὐτάρκων: podés adivinar que la primera parte es aut-, auto-, y la segunda es árkeo, que entre otras cosas significa “suficiencia” o “suficiente”. Para ser feliz hay que ser autosuficiente, hay que bastarse a uno mismo, no hay que depender de nadie. Es el típico cliché de que la felicidad está dentro tuyo. Y si te dedicás a la filosofía, está.

Pero no hay que dedicarse como un buscador loco que quiere llegar a un destino, porque el tema es “más placentero para los que ya saben que para los que investigan”. El sabio es el que ya sabe, y es el que disfruta el camino, y es el que menos necesita de otros para contemplar. Aristóteles lo deja claro en el capítulo 7 del libro 10 de su Ética NicomáqueaÉtica a Nicómaco—, que junto con la Eudemia y la Magna Moralia forman la santa trinidad de sus libros morales. En Nicómaco y Eudemo se repiten tres libros, pero no este que comentamos. Se repiten también conceptos. Vuelvo a Schopenhauer, que cita a Aristóteles decir, en esta sección, que “la felicidad parece estar en el ocio”. Pero en el ocio bien usado cultivándose a uno mismo, no en el ocio malgastado (eso genera vacío y aburrimiento).

En esta sección vemos esa idea de que trabajamos y trabajamos, con la supuesta idea de generarnos o de comprar ocio en el futuro: “nos privamos del ocio para tenerlo”, dice Aristóteles, “igual que hacemos la guerra para tener paz”. Si vis pacem, para bellum—“Si querés paz, preparate para la guerra”, dice el dicho en latín utilizado desde en las películas de John Wick y The Punisher hasta en La Casa de Papel y Los Simpsons. Pero si de verdad querés paz, lo mejor es la autonomía y autosuficiencia, que aparecen también en esta sección.

Te dejamos en compañía de Aristóteles en la traducción de 2001 de José Luis Calvo. Si querés felicidad, dedicale un poquito de tu tiempo de ocio a la contemplación y la filosofía. Or so they say.

Autor: Aristóteles

Libro: Ética a Nicómaco (siglo 4 a. c.)

Libro 10, capítulo 7, sección 1177b

...También creemos que el placer debe estar mezclado adicionalmente a la felicidad, y la más placentera de las actividades conformes a la virtud es aquella que es conforme a la sabiduría, según se reconoce. Parece, por tanto, que la Filosofía encierra placeres maravillosos por su pureza y permanencia, y es razonable que el transcurso del tiempo sea más placentero para los que ya saben que para los que investigan. También la llamada «autonomía» estaría más en la actividad contemplativa, pues tanto el sabio como el justo, y los demás, precisan de lo necesario para vivir, pero, supuesto que están suficientemente provistos de tales cosas, el justo necesita otros hombres para los que y junto con los que obrar justamente—y lo mismo el temperante y el valiente y cada uno de los otros—. En cambio, el sabio puede ejercer la contemplación incluso estando en aislamiento, y, cuanto más sabio sea, más. Puede que lo haga mejor si tiene colaboradores, pero, con todo, él es el más autosuficiente.

Parecería, pues, que ésta es la única actividad que es querida por ella misma, pues de ella no resulta nada fuera del propio contemplar, mientras que de las actividades prácticas pretendemos ganar más o menos al margen de la acción. También parece que la felicidad reside en el ocio: en efecto, nos privamos del ocio para tenerlo, igual que hacemos la guerra para tener paz. Ahora bien, de las virtudes prácticas la actividad se da en la política o en la guerra. Las acciones en estos ámbitos parecen ajenas al ocio: las de la guerra, por completo (pues nadie elige hacer la guerra por hacerla, ni prepara la guerra: parecería sanguinario si convirtiera a sus amigos en enemigos con el objeto de que se produjeran batallas y muertes). Y es posible que también sea ajena al ocio la actividad del político, pues trata de procurarse, al margen de la propia actividad política, posiciones de poder y honores, o, al menos, la felicidad para sí mismo y para sus conciudadanos—una felicidad que es diferente de la política, y que buscamos como evidentemente distinta de ella—.

Pues bien, si entre las actividades acordes con las virtudes, las políticas y bélicas sobresalen por su nobleza y grandeza—y son ajenas al ocio, tienden a un fin y no son deseables por ellas mismas—, mientras que la actividad del intelecto parece que es superior en valor al consistir en la contemplación y no tender a fin alguno diferente de sí misma; y si parece poseer un placer propio (pues colabora a incrementar su actividad); y si la autonomía y el ocio y una carencia de cansancio a la medida humana, y todo cuanto se concede al hombre feliz, se dan manifiestamente en esta actividad..., entonces ésta sería la felicidad perfecta del hombre, si es que recibe la extensión de una vida completa: pues nada hay incompleto de lo que pertenece a la felicidad.

Y una vida de esta clase sería superior a la medida humana, pues no vivirá de esta manera en tanto que es un hombre, sino en tanto que hay en él un algo divino; y en la misma medida en que ello es superior a lo compuesto, en esa medida su actividad es superior a la correspondiente al resto de la virtud. Y, claro, si el intelecto es cosa divina en comparación con el hombre, la vida conforme a éste será divina comparada con la vida humana...


Citado por:

Arthur Schopenhauer: el ocio y lo que uno es
Cada uno debe arreglárselas solo y hacer todo por sí mismo. Cuanto más lo logre y más halle la fuente de sus placeres en su persona, tanto más feliz será: para ello requiere de independencia y ocio, para formar y desarrollar sus habilidades espirituales y disfrutar de su riqueza interior.

#griego#otium y descanso